A las políticas gubernamentales debe sumarse el trabajo de la educación superior para preparar no sólo profesionales, sino también emprendedores.
Emprendedor proviene del francés entrepreneur, que a su vez significa pionero. Con ese concepto eran descritos los aventureros que viajaron en su momento al nuevo mundo. El impulso que desde hace un tiempo se busca dar al emprendimiento tiene su origen en los beneficios que trae al desarrollo de un país, como canal para convertir las ideas en oportunidades económicas, fortalecer la base competitiva a través de las redes productivas, generar fuentes de empleo e incrementar la productividad.
Todo lo anterior es avalado por la experiencia de Alvaro Ananías Itaim y Gustavo Diban Itaim, dos ingenieros civiles que en 1989 comenzaron en Concepción la que hoy es Genesys Ingeniería y cuyo éxito les valió este año el Premio al Mejor Empresario, entregado por la Cámara de la Producción y del Comercio local. Otro ejemplo de emprendedores penquistas son los dueños de Aeurus, empresa dedicada al diseño virtual y que poseen la famosa página www.fonditos.com, de la cual es socio Google.
Ambas empresas parecen haber escuchado hace siete años el llamado del entonces intendente Jaime Tohá, quien al iniciar su gestión impuso el desafío de convertir a la del Biobío en la "Región Emprendedora de Chile". La iniciativa tenía por objetivo despertar el interés de los creadores locales, identificarlos, aglutinarlos y potenciar sus capacidades para generar nuevos e inéditos negocios como los de Genesys Ingeniería y Aeurus.
Las políticas gubernamentales son sólo una de las muchas aristas que intervienen en el fomento del emprendimiento. De hecho, desde siempre los conceptos de emprendimiento, liderazgo e innovación han ido ligados a la iniciativa empresarial, es decir, a la autogestión del empleo. Y hoy, cuando el sistema productivo es altamente volátil y resulta evidente que aspirar a un trabajo de por vida es cada vez menos probable, las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica de la región no pueden seguir formando operadores, sino que deben preparar innovadores.
Mientras se eduque a los estudiantes para absorber el cambio proveniente del exterior en lugar de gestionarlo, el uso del ingenio seguirá siendo competencia exclusiva de los más perseverantes o de aquellos que tienen los recursos para ejecutar un proyecto una y otra vez hasta tener éxito. Tener más de una fuente de ingresos, el trabajo por objetivos y no enmarcado en un horario, prestar asesorías o crear una propia compañía son los escenarios que ahora deben enfrentar la mayoría de los profesionales.
En otras palabras, creatividad, ensayo y error, gestión del cambio, capacidad de reacción, eficiencia y eficacia deben penetrar con fuerza en la enseñanza superior de pregrado. Creer que innovar y emprender es privilegio sólo del nivel de postgrado constituye una visión tan elitista como miópica del desarrollo.
Por eso es muy acertada la opinión de Alvaro Ananías, en cuanto a que, además de generar nuevos empleos, igualmente importante es que las universidades incentiven el emprendimiento entre sus estudiantes y que para alcanzar aquello es necesario que exista un ambiente propicio.
Tiene que concretarse el acercamiento de las empresas a las universidades, para que, a través de una labor sistemática, el conocimiento teórico vaya acompañado de la realidad.
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