Una página web se considera accesible cuando se optimiza para facilitar su uso al máximo número posible de personas, sin importar sus capacidades físicas, personales o técnicas.
Tradicionalmente, la accesibilidad web se asociaba principalmente con la adaptación para personas con discapacidades visuales o auditivas. Sin embargo, hoy en día, el enfoque es mucho más amplio e incluye a diversos públicos y situaciones. Imagina, por ejemplo, dificultades para leer el contenido de una página o problemas para interactuar eficazmente con el mouse o el teclado.
Este concepto de accesibilidad se ha profundizado especialmente a raíz de la pandemia, periodo en el que el acceso a Internet se disparó y se evidenciaron muchas carencias en términos de accesibilidad en las plataformas digitales.
Actualmente, podemos ver la accesibilidad web como una de las disciplinas integradas en la experiencia de usuario (UX) y un aspecto que debería ser prioritario en cualquier auditoría de diseño.
Es esencial prestar más atención a la accesibilidad en los sitios web que diseñamos o administramos. Observa a tu alrededor: muchos espacios físicos y contenidos han sido adaptados para facilitar el acceso a personas con dificultades. Este mismo proceso debemos aplicarlo en el entorno digital, para que nuestros sitios web sean verdaderamente accesibles a todo tipo de usuarios, sin exclusiones.
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