Además de diseñar y codificar sitios web y aplicaciones, el desarrollador web es responsable de definir la interfaz gráfica para que resulte atractiva al usuario, generando la posibilidad de conversión o simplemente de utilización para lograr tráfico sujeto a rentabilidad.
El desarrollo web implica trabajar sobre pruebas y soportes de aplicaciones en diferentes idiomas, manteniendo las funcionalidades de aquellas que resultan productivas, así como corrigiendo los errores que identifique.
Por otra parte, es imprescindible que defina las normas y estándares de calidad en que se elaboran los productos o sitios, actualizándose constantemente sobre las nuevas tecnologías disponibles. A su vez, debe explicar las tecnologías que están a su cargo para que el resto del equipo las comprenda, apelando al lenguaje sencillo.
Las puestas a punto se efectúan en cursos internos para sus compañeros, de modo que es su obligación responder las inquietudes o los problemas de tecnología que surjan.
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